III - La tragicomedia de la vida

Se entrevé en todo esto cierto sentimiento trágico de la vida, como diría Unamuno -yo lo denominaría mejor tragicomedia. Esto es, ¿cómo esperar la salvación a través de algo que la razón nos señala como imposible? La razón me presenta al amor, en efecto, como una ilusión estampada contra la dura realidad; así, la única posibilidad de redención no resulta más que una fantasía, como consecuencia todo deviene en frustración, sufrimiento y agonía.

Existen a pesar de todo la fe, como creencia ciega; o la esperanza, como último resquicio de los instintos. Pero padezco de un escepticismo incurable que me ha sumido en un profundo nihilismo; mi pesimismo me impide tomar como posible cualquier justificación. Siempre que escucho a alguien defender sus ideas, creyendo sus argumentos más válidos que los de su interlocutor, me da la impresión de asistir al discurso de un fanático. ¡Y ojalá pudiera estar convencido yo, al menos, de mi duda! Pero incluso me planteo la posibilidad de que ésta no sea más que un autoengaño, algo creado por mí para justificar ante mi alter ego la incapacidad de creer, mi desconfianza hacia todo.

Niego cualquier progreso, excepto el tecnológico. Que igualmente de nada sirve, aunque yo también prefiera el aire acondicionado a la creencia en el alma... Bah, dije que no mentiría -y no lo cumplo por ustedes, sino por mí mismo: en realidad, desde pequeño quise poder creer Dios, pero nunca pude. Sin embargo, Nietzsche y su declaración de la muerte de Dios no me parece más que un absurdo, pues éste no ha muerto sino sólo mutado; lo cambiamos nosotros, a nuestro antojo. Multiplicidad frente a lo único, como afirmaba el filósofo alemán, pero igualmente no creo que de nada sirva: la vida nunca se erigirá como único criterio. Ya no somos niños.

Tengo la impresión de estar escribiendo mucho y no diciendo nada, así que me ahorraré los preámbulos: la vida es corta y está llena de miserias, y aun así nos empeñamos en fijar nuestros objetivos en un mundo ideal más allá de lo real... Pero si colocamos el centro de gravedad en algo inexistente, la vida no tiene dónde apoyarse.

No hay comentarios: